martes, 15 de octubre de 2013

EL HUNG GAR: UN ESTILO DE KUNG FU MÁS ALLÁ DE LA LEYENDA.


PRIMERA PARTE

..........¡AMPLIADO!..........



         Quiero dejar claro una cosa, antes de empezar:

     Este artículo que expongo en esta entrada no está hecho por mí, ni sé quien lo hizo en su día, por lo que si el autor del mismo lo lee y quiere decirme su nombre, debe tener por seguro que haré una entrada diciendo a quien pertenece, ya que no quiero que se me dé la autoría de algo que no he hecho yo, ni se me acuse de que he realizado un plagio: ¡Nada más lejos de mi imaginación!

     El hecho de poner este artículo como una entrada en mi blog, sólo ha sido por que me ha gustado tanto y está realizado con tal detalle, que para los amantes de las Artes Marciales chinas y, sobre todo, para los practicantes de este Estilo o de Estilos derivados del mismo, creo fundamental que se informen de todos los detalles que aquí se exponen con perfecta claridad.

     Dicho esto y teniendo en cuenta la longitud del artículo, he decidido ponerlo como entradas por capítulos, así que ahí va el primer capítulo.

INTRODUCCIÓN

   El Hung Gar es uno de los estilos pugilísticos más representativos de las artes marciales practicadas en el sur de China. La distribución geográfica de este país ha determinado en gran medida la separación del conjunto de sus artes marciales en dos bloques geográficos. Abordar el estudio individualizado de una de las ramas de este enorme árbol sin tocar las raíces es tarea harto difícil, cuando no imposible.
     
     Por este motivo, antes de decidirnos a tratar el conjunto de tópicos que se han creado, bien por diferentes escuelas que pretenden atribuirse la genealogía original del estilo, bien por intentos informativos sin demasiado trabajo documental de fondo; hemos preferido optar por un ángulo de visión diferente.

      Inevitable el contacto con estos tópicos, podemos extraer de ellos luces en el camino que nos puedan guiar en cuanto a las cuestiones que por sí mismas nos generan. No obstante, la intención de este trabajo se fragua en otras forjas. Intentamos navegar entre las informaciones existentes y discriminar el mito de lo contrastado. Lo sobreentendido, de lo oficialmente reconocido. Queremos indagar en todos aquellos aspectos que puedan desmitificar los orígenes para poder asomarnos sin falsedades a las realidades de la actualidad.

     Si pensamos que todas las artes marciales chinas tienen un tronco común, comprenderemos que, cuanto más nos alejemos históricamente del momento presente, más paralelismos encontraremos con otros sistemas marciales. Este escollo se presenta salvable evitando en lo posible, dispersar el objeto de nuestro artículo; si bien, los escollos que no se puedan superar, debemos asumirlos como un elemento enriquecedor de nuestra cultura general sobre las artes marciales chinas y, en su caso, asumir lo positivo de nuestra intención.

      Nos hemos alejado mucho en el tiempo para poder responder a cuestiones que puede plantearse al que intenta abordar de nuevo la comprensión de este sistema y su historia. Las preguntas se persiguen unas a otras dentro de un orden lógico. Si pretendemos decirle a quien nos requiere información sobre el Hung Gar, que éste proviene, en gran medida, del monasterio de Shaolín, sin haberle explicado previamente qué es este lugar y qué parte de su historia tiene que ver con la nuestra, la forma de asumir la información que le proporcionemos no tendrá la solidez de unos pilares informativos bien elaborados.

     Es por ello, que no empezaremos nuestra historia desde el siglo XVII, fecha en la que se define este estilo como tal. Con ello incurriríamos en presentar la historia sin raíces. Esta injusticia, tantas veces cometida en el análisis historiográfico de los estilos marciales genera una importante desinformación que, a la larga, afecta al sentido y a la realidad práctica del arte marcial estudiado: aparición de líneas genealógicas desconocidas e indeterminadas, modificaciones de las técnicas o de su sentido con alusión a maestros inexistentes o sin relación directa con los creadores del estilo, y un largo etcétera de despropósitos que finalmente impedirán una visión objetiva por parte del interesado.

      Las fuentes documentales consultadas han sido muy variadas y los elementos elegidos de dichas fuentes, cuando su realidad nos parece debidamente justificada, los presentamos sin cortapisas explicando la justificación en que nos basamos para reflejarlos en este artículo. En la misma medida, la información que, pese a su reconocimiento aceptado mayoritariamente, nuestras investigaciones no puedan justificar como reales o válidas, la reflejaremos junto a la duda que no ha creado. No pretendemos descartar opciones que, como ocurre con toda revisión histórica, siempre pueden recuperarse con la aportación de nuevas pruebas desconocidas, pero sí pretendemos reflejarlas en toda su magnitud para que el lector pueda decidir voluntariamente si se adscribe a nuestros interrogantes o si decide optar por el camino de la fe.

    Trataremos de estudiar los orígenes comunes, las evoluciones técnicas desde otros estilos hasta éste, el material técnico que existe en la actualidad, las escuelas, los conceptos tanto de unas como de otras y sobre todo, la historia de las personas que nos han permitido conocerlo. Ésta, como todas las historias de las artes marciales, es una historia de personas. Personas que han trabajado duro o han dicho que lo hacían, personas que han posibilitado la difusión y el desarrollo del arte y personas que han influido en su descrédito, personas que han matado y personas que han muerto en el camino del Hung Gar. Entraremos, tan profundamente como la información existente nos lo permita, en el corazón de estas personas para intentar a través de sus historias comprender su influencia en el Hung Gar, comprender qué los llevó a este magnífico arte y qué les hizo cambiarlo.

         Para adentrarnos en el arte a través de los corazones de los que lo practicaron y lo practican, tenemos que abordar la lectura de este artículo sin expectativas. Tendremos que vaciar el vaso de lo conocido para alojar, durante el tiempo que precise nuestra observación, la información que presentamos. Invitamos a todo aquel que nos lea a volver a vaciar el vaso que hemos llenado y a facilitarnos a todos los que estamos interesados en conocer el nuevo contenido que mantiene su recipiente lleno de nueva savia informativa que compartir.

EL ORIGEN DE TODO

Muchos historiadores citan en sus trabajos que fue el monasterio de Shaolín el lugar en el que nacieron las artes marciales chinas (AMC) que hoy conocemos. Nada más lejos de la realidad.

Es ciertamente evidente que los monasterios de Shaolín fueron, en sus momentos históricos correspondientes, grandes focos de desarrollo de diferentes sistemas marciales, así como lugares de peregrinación para luchadores o interesados en el estudio de las artes marciales. Mitificado por los relatos de las proezas de los monjes guerreros que residían en ellos, muchos interesados en las AMC acudían a estos templos con la intención de ampliar sus conocimientos en el arte de luchar. La documentación relativa a los periodos históricos que comprenden estos monasterios es escasa, cuando no inexistente y en muchos casos se ha optado por la solución fácil de incluir estos lugares como el origen de algo que se venía fraguando desde mucho antes.

Podemos plantearnos un razonamiento muy lógico para desterrar este mito. La relación entre las AMC y el monasterio de Shaolín nace con la justificación de la existencia y actividad de una persona que estudiaremos detenidamente y en profundidad a lo largo de este artículo: Bodhidharma.

Está oficialmente reconocido que, de ser cierta la llegada de este monje a China (cosa que posteriormente podrá ser también puesta en duda), dicha llegada debió ocurrir allá por el siglo VI d. C. Esto alejaría mucho su relación con los orígenes de las AMC. Por un lado tenemos los tratados de Sun Tzu relativos al arte de la guerra. Este estratega militar chino vivió en el siglo IV a. C., en el estado de Qi. Este tratado, cuya filosofía sigue vigente en la actualidad por la rotundidad de los conceptos que contiene y la calidad de sus afirmaciones tanto filosóficas como estratégicas, nos da muestras con su contenido de una importante actividad bélica, germen del desarrollo de sistemas de lucha en todas las culturas.

Nos resulta descabellado pensar que el desarrollo de las AMC ocurre a partir del siglo VI d. C., al ser precisamente con mucha anterioridad a este siglo cuando nos encontramos con los periodos bélicos más importantes dentro de la historia de este país.


Es cierto, sin duda, que este monasterio desempeñó un papel determinante en el desarrollo posterior del material técnico marcial existente con anterioridad a él.

Estudiaremos la historia del monasterio de Shaolín más adelante y concretaremos las semillas que justificarán su intervención en la creación del Hung Gar tal y como lo conocemos actualmente, pero tenemos que tener muy claro que muchos de los trabajos que han llegado a nosotros en la actualidad provienen de épocas muy antiguas cuyos orígenes no pueden certificarse por la falta de documentos que demuestren de forma precisa su existencia.


Se han encontrado escritos relativos a un deporte militar llamado Jiaoli datados en la dinastía Zhou (año 1.100 al año 221 a. C.). Es un periodo histórico muy amplio, pero nos ofrece ya datos de una práctica marcial propiamente dicha y de su relación con el entorno de la guerra. Es interesante analizar de qué forma trascienden estas artes de los ejércitos para llegar al pueblo llano.

Algunos historiadores recrean la imagen de los clanes que volvían de la guerra y que mantenían vivos sus sistemas de lucha. Dada la enorme actividad bélica de este país en guerras constantes contra las hordas invasoras del norte, así como las guerras civiles y militares entre clanes para asumir la concentración del poder y la unificación del país, no es difícil imaginar el caldo de cultivo en el que se nutrieron los estilos que conocemos en la actualidad.

Estos estilos, siempre sujetos a evolución y a una selección natural en el desarrollo de sus técnicas, evolucionaron dentro de cada clan hasta niveles que seguramente hoy no podemos ni imaginar. Con certeza, la calidad de un sistema, en un entorno general de guerra, no garantizaba la victoria, siendo ésta más -como cita Sun Tzu en sus tratados- resultado de una estrategia general más efectiva y de condiciones generales óptimas: terreno, distancias recorridas, clima, etc.

Los elementos que propiciaron la supervivencia y evolución natural de los estilos debemos buscarlos en el seno de la sociedad, en concreto en las disputas civiles alejadas de los elementos presentes en las grandes batallas. Es precisamente en estos entornos donde las autoridades locales de los clanes vencedores se encontraban con el problema de una población con formación militar y que debía someterse de manera voluntaria o por la fuerza.

Conocida es la tendencia del pueblo chino a la creación de sociedades secretas y sectas cuya única finalidad residía a veces en vencer al opresor. Esto generó, en muchos casos, la prohibición bajo pena de muerte de toda práctica marcial en el entorno civil.

Hemos generalizado sobremanera en estas últimas apreciaciones, debido a que esta situación se dio en muchos lugares y muchas épocas diferentes y bajo circunstancias muy similares. El motivo que nos lleva a concentrar y a generalizar esta información radica en la intención que tenemos de concretar por qué llegan las artes marciales a los monasterios, algo que, en principio, puede suscitar la extrañeza cuando no la incomprensión de la lógica que generó este movimiento.


Podemos entender, según las manifestaciones realizadas por algunos estudiosos del tema, que los templos asumieron el papel no exclusivo de recogida de personas perseguidas por la ley como una de sus actividades. Si entendemos del mismo modo que uno de los motivos más comunes en este periodo para verse en esta necesidad de fuga era el ser reconocido públicamente como artista marcial, podemos entender por qué líneas estilísticas tan diferentes y tan diversas se manifiestan en lugares tan concentrados. Los monasterios fueron centros de refugio para perseguidos y para grandes maestros que eran buscados por la autoridad que los clasificaba como un elemento perturbador. Dentro de esta clasificación no entraban los monasterios que, en determinados momentos de la historia, han gozado de cierta impunidad legislativa debido a su trato directo con lo divino, algo que les hizo ganar muchos adeptos, pero que sembró las tempestades que, en momentos concretos de la historia, les llevaron a la destrucción más absoluta. Éste fue el destino y, en parte, la historia a grandes rasgos del monasterio de Shaolín.





FIN DEL 1º CAPÍTULO

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